Por Raymundo Zamarripa
Las canciones de Alejandro Sanz no son
"de una pasada" y tampoco lo son las frases que hilan su
plática en una habitación en Miami, desde donde se ve el cielo
nublado sobre el Océano Atlántico. Así son los temas de su nueva
producción, La Música No Se Toca, que sale a la venta el 25 de
Septiembre; pletóricos en imágenes y en historias, en sensaciones y
verdades dichas en muy distintos modos.
"El lenguaje está para usarlo y si nos seguimos diciendo: 'Te quiero, te quiero, te quiero', un día nos vamos a aborrecer", declara el español de 43 años. Entonces, escuchar sus canciones no es fácil de una sola pasada porque si estabas en un terreno, en un momento ya te llevaron a otro.
"Así pasa cuando se escribe. El costumbrismo es una técnica y una metodología que me fascina porque, en el fondo, escribir la historia de arriba abajo de una canción –como hacen Serrat o Sabina– es una cosa maravillosa, pero deja mucho menos a la imaginación que lo abstracto.
"Y creo que todos los artistas, incluso Serrat o Sabina que he puesto como ejemplo y que son unos maestros, en muchas ocasiones recurren a lo abstracto; y en sus metáforas, aunque muchas de ellas sean muy evidentes –y lo digo porque son maravillosas– y muy bien colocadas, siempre hay un doble sentido donde te puedes refugiar", dice.
"El lenguaje está para usarlo y si nos seguimos diciendo: 'Te quiero, te quiero, te quiero', un día nos vamos a aborrecer", declara el español de 43 años. Entonces, escuchar sus canciones no es fácil de una sola pasada porque si estabas en un terreno, en un momento ya te llevaron a otro.
"Así pasa cuando se escribe. El costumbrismo es una técnica y una metodología que me fascina porque, en el fondo, escribir la historia de arriba abajo de una canción –como hacen Serrat o Sabina– es una cosa maravillosa, pero deja mucho menos a la imaginación que lo abstracto.
"Y creo que todos los artistas, incluso Serrat o Sabina que he puesto como ejemplo y que son unos maestros, en muchas ocasiones recurren a lo abstracto; y en sus metáforas, aunque muchas de ellas sean muy evidentes –y lo digo porque son maravillosas– y muy bien colocadas, siempre hay un doble sentido donde te puedes refugiar", dice.
De esta forma, el sentido de una
canción va más allá de la idea de enamorarse con un flechazo,
explica el cantante.
"Como dicen: '¿Crees en el amor a primera vista o paso otra vez?'. Es interesante pasar varias veces por la misma canción y encontrarse paisajes diferentes. ¿Qué sentido tendría irse a mirar los atardeceres si todos fueran iguales?
"Por eso decía antes: 'De tanto decir te quiero, nos vamos a aborrecer'".
El rostro y el nombre de Sanz se han vuelto familiares en México, adonde llegó hace unos 20 años pisando fuerte con el disco Viviendo Deprisa (1991), y en donde compuso la mayor parte de su más reciente álbum.
Convertido en uno de los compositores que son referencia en la música en español, nos preguntamos si ahora le resulta más fácil escribir que antes.
"Depende de la canción. Casi todas éstas las escribí en México, estando en el D.F., para hacer lo del programa de La Voz…México.
"Hay algunas que al principio no salen, te cuesta sacarlas adelante. Tienes la idea, que está fantástica, pero no consigues que la canción quede redonda. Entonces yo les doy amor, amor, amor hasta que las convierto en bolitas", bromea.
Y, si es necesario, también aplica mano dura.
"Hay alguna que no se deja doblegar. Ésa la dejo en un cajón, castigada. No se sabe; algún día saldrá de ahí pidiendo perdón".
"Como dicen: '¿Crees en el amor a primera vista o paso otra vez?'. Es interesante pasar varias veces por la misma canción y encontrarse paisajes diferentes. ¿Qué sentido tendría irse a mirar los atardeceres si todos fueran iguales?
"Por eso decía antes: 'De tanto decir te quiero, nos vamos a aborrecer'".
El rostro y el nombre de Sanz se han vuelto familiares en México, adonde llegó hace unos 20 años pisando fuerte con el disco Viviendo Deprisa (1991), y en donde compuso la mayor parte de su más reciente álbum.
Convertido en uno de los compositores que son referencia en la música en español, nos preguntamos si ahora le resulta más fácil escribir que antes.
"Depende de la canción. Casi todas éstas las escribí en México, estando en el D.F., para hacer lo del programa de La Voz…México.
"Hay algunas que al principio no salen, te cuesta sacarlas adelante. Tienes la idea, que está fantástica, pero no consigues que la canción quede redonda. Entonces yo les doy amor, amor, amor hasta que las convierto en bolitas", bromea.
Y, si es necesario, también aplica mano dura.
"Hay alguna que no se deja doblegar. Ésa la dejo en un cajón, castigada. No se sabe; algún día saldrá de ahí pidiendo perdón".
A Medio Camino
Sanz es un cantante que vive entre dos mundos. Hoy nos abre la puerta que los divide y nos invita a asomarnos a ambos, sobre todo al del "Sanz creativo", el que traduce las emociones en ideas.
"Ése es el más interesante; de hecho, el único. El otro es muy predecible: le va al Real Madrid y a la Selección Española".
El Sanz que vive en el mundo de la música surgió siendo él un niño.
"Desde muy chico, a mí siempre me atrajo ese mundo introspectivo. No era muy de ir a jugar con los chicos. A mí me gustaba más bien estar con mi guitarrita y mis cositas; mi mundo interior siempre fue más interesante que el exterior", explica.
Dice que actualmente está escribiendo una "autobiografía emocional" que nada tiene que ver con lo que ofrecen las "personas conocidas".
"¿Qué chingados importa con quién he cenado? Lo importante es cuando en tu mundo interior encuentras suficiente material para sobrevivir, que es lo que hago en mi estudio.
"Cuando estoy con mi familia y mis hijos son los ratos que me alimentan el espíritu suficientemente como para volver a sentarme delante de un estudio y no convertirme en una calaverita, porque donde realmente yo soy 'yo', es haciendo música; donde me siento finalmente yo", enfatiza.
En el video del sencillo No Me Compares se ve al cantante caminar entre objetos regados en una playa. Fonógrafos, discos enmarcados, un piano en llamas; como la idea de que todo lo material se vuelve polvo.
"Al final de todo te das cuenta de que todo lo que se consigue está muy bien, es muy bonito; pero es mucho más importante lo que queda en tu familia, lo que vayas a conseguir con ellos y con tus amigos", dice.
"La vida está compuesta de emociones. Lo demás es ir y venir, pasar. 'Todo pasa y todo queda', decía el poeta (Antonio Machado). En definitiva lo que queda en medio son esas pequeñas emociones y los encuentros. El día que me vaya en el ataúd, yo sé que no me van a despedir los Grammys".
Pero mientras eso sucede –y esperamos que no sea pronto–, la música inunda la vida de Sanz y en ella habitan personajes a los que cada quien otorga un rostro, y las posibilidades de sus historias son tan amplias como el número de personas que las escuchan.
"Había un compositor que decía: 'La música son siete notas, pero la palabras son infinitas'. Gracias a Dios que tenemos los elementos para fusionarlas y jugar a creer que se llevan bien, a que son compatibles, sobre todo en un idioma como el nuestro, que es complicado", señala Sanz.
Ese juego hace interesante la composición pues, para él, la vida es un juego, contrario a lo que piensa la gente que ve todo con demasiada seriedad.
"Hay que tomarse la vida con un poquito menos de seriedad y más de intensidad. La intensidad no es lo mismo que la seriedad", remarca.
Esta postura no demerita la honestidad con la que habla en sus canciones de sentimientos que resuenan tanto en sus seguidores como en cualquier persona con sangre en las venas, pero tampoco lo vuelve un autor mártir ni azotado, ni...
"¿Vengativo? Bueno, pero eso quizá también es parte del juego. Uno puede decir que las canciones se escriben por necesidad o por venganza; pero hay gente que sigue vengándose, vengándose y vengándose”.
"¿Y ahora dónde le vas a dar la puñalada?", pregunta al aire, "yo creo que hay muchas emociones que puedes volcar sobre tus canciones, y todas son válidas, (pero) no hay por qué dramatizar sobre ellas".
Lo que es un hecho es que no hay forma en que el español pudiera esconderse detrás de su trabajo o negar su propia historia, pues –como él mismo lo ha comprobado– en sus canciones está impresa la verdad que lo ha determinado en cada etapa de su vida.
No le gusta escuchar sus propios discos, para eso tiene los conciertos, pero cuando revisita algunas de sus canciones, la experiencia "reveladora" es la misma.
"Me ocurre que (pienso que) no fui suficientemente exigente aquí o tenía que haber peleado un poco más. Pero en muchas de ellas sí descubro que el instinto, el subconsciente nuestro, es muchas veces más inteligente que la razón y explica cosas de nosotros que la razón no se atreve", asegura.
"Porque (quizá) no sea políticamente correcto ni con uno mismo, no se atreve a contar, sin embargo el subconsciente sí lo cuenta y entonces, pasado el tiempo, cuando se tiene la distancia suficiente, descubres que tus subconsciente explica más de ti que tu propia razón".
En una Galaxia muy Cercana
En La Música No Se Toca habita la idea de un silencio que no es tranquilo, que abarrota las cosas, los espacios, que todo lo rodea y el cantante buscas romperlo con las palabras.
También hay personajes fantásticos y paisajes que el cantante construyó basado en experiencias que surgieron de la casualidad.
"Hay silencios muy ruidosos, como hay soledades tumultuosas. Pero ésa es la magia de las palabras también. La propia palabra está rompiendo el significado, y las imágenes que propongo en las canciones... te sugiero que busques en Google 'Titán', es una de las lunas de Saturno, para que veas qué paisaje estoy proponiendo".
Un día, el cantante descubrió en internet la luna Titán y lo fascinó, pues tiene mares de metano y de etano.
"Estos gases, cuando se evaporan, crean una lluvia y como la fuerza de gravedad es muy poca, bajan las gotas enormes muy despacito, con muchos colores. Es una cosa maravillosa", explica.
Sanz, quien desde muy pequeño tenía la inquietud por la música, por explorar su mundo más interior, pide que no se confunda a éste con una idea del artista atormentado.
"De hecho afuera el ruido es mucho más grande. El ruido de fuera es mucho más ensordecedor, los tambores suenan sin compasión".
En ese mundo exterior de ventas, fans, followers de Twitter, páginas de Facebook, premios, estudios de grabación y conciertos masivos, el cantante dice sobrevivir.
"Pero éstas son herramientas que nosotros hemos creado para acercarnos o alejarnos y hacer lo que nos dé la gana.
"Pero el mundo real no va por megas. El mundo real es el que tú tocas, el que tú besas, el que tú abrazas, el que tú comes, el que tú respiras, el que tú bebes y el que tú amas. Ése es el mundo real. Lo demás son juguetes, que están muy bien también, pero son juguetes", enfatiza.
El tiempo se agota, el umbral comienza a cerrarse y cada quien debe volver a su mundo, el que compartimos todos, cada uno trabajando desde su trinchera.
Antes de cerrar la puerta, preguntamos al cantante por qué la música no se toca.
"La música no se toca porque la vida es un milagro y la música es la que nos lo recuerda", concluye
Sanz es un cantante que vive entre dos mundos. Hoy nos abre la puerta que los divide y nos invita a asomarnos a ambos, sobre todo al del "Sanz creativo", el que traduce las emociones en ideas.
"Ése es el más interesante; de hecho, el único. El otro es muy predecible: le va al Real Madrid y a la Selección Española".
El Sanz que vive en el mundo de la música surgió siendo él un niño.
"Desde muy chico, a mí siempre me atrajo ese mundo introspectivo. No era muy de ir a jugar con los chicos. A mí me gustaba más bien estar con mi guitarrita y mis cositas; mi mundo interior siempre fue más interesante que el exterior", explica.
Dice que actualmente está escribiendo una "autobiografía emocional" que nada tiene que ver con lo que ofrecen las "personas conocidas".
"¿Qué chingados importa con quién he cenado? Lo importante es cuando en tu mundo interior encuentras suficiente material para sobrevivir, que es lo que hago en mi estudio.
"Cuando estoy con mi familia y mis hijos son los ratos que me alimentan el espíritu suficientemente como para volver a sentarme delante de un estudio y no convertirme en una calaverita, porque donde realmente yo soy 'yo', es haciendo música; donde me siento finalmente yo", enfatiza.
En el video del sencillo No Me Compares se ve al cantante caminar entre objetos regados en una playa. Fonógrafos, discos enmarcados, un piano en llamas; como la idea de que todo lo material se vuelve polvo.
"Al final de todo te das cuenta de que todo lo que se consigue está muy bien, es muy bonito; pero es mucho más importante lo que queda en tu familia, lo que vayas a conseguir con ellos y con tus amigos", dice.
"La vida está compuesta de emociones. Lo demás es ir y venir, pasar. 'Todo pasa y todo queda', decía el poeta (Antonio Machado). En definitiva lo que queda en medio son esas pequeñas emociones y los encuentros. El día que me vaya en el ataúd, yo sé que no me van a despedir los Grammys".
Pero mientras eso sucede –y esperamos que no sea pronto–, la música inunda la vida de Sanz y en ella habitan personajes a los que cada quien otorga un rostro, y las posibilidades de sus historias son tan amplias como el número de personas que las escuchan.
"Había un compositor que decía: 'La música son siete notas, pero la palabras son infinitas'. Gracias a Dios que tenemos los elementos para fusionarlas y jugar a creer que se llevan bien, a que son compatibles, sobre todo en un idioma como el nuestro, que es complicado", señala Sanz.
Ese juego hace interesante la composición pues, para él, la vida es un juego, contrario a lo que piensa la gente que ve todo con demasiada seriedad.
"Hay que tomarse la vida con un poquito menos de seriedad y más de intensidad. La intensidad no es lo mismo que la seriedad", remarca.
Esta postura no demerita la honestidad con la que habla en sus canciones de sentimientos que resuenan tanto en sus seguidores como en cualquier persona con sangre en las venas, pero tampoco lo vuelve un autor mártir ni azotado, ni...
"¿Vengativo? Bueno, pero eso quizá también es parte del juego. Uno puede decir que las canciones se escriben por necesidad o por venganza; pero hay gente que sigue vengándose, vengándose y vengándose”.
"¿Y ahora dónde le vas a dar la puñalada?", pregunta al aire, "yo creo que hay muchas emociones que puedes volcar sobre tus canciones, y todas son válidas, (pero) no hay por qué dramatizar sobre ellas".
Lo que es un hecho es que no hay forma en que el español pudiera esconderse detrás de su trabajo o negar su propia historia, pues –como él mismo lo ha comprobado– en sus canciones está impresa la verdad que lo ha determinado en cada etapa de su vida.
No le gusta escuchar sus propios discos, para eso tiene los conciertos, pero cuando revisita algunas de sus canciones, la experiencia "reveladora" es la misma.
"Me ocurre que (pienso que) no fui suficientemente exigente aquí o tenía que haber peleado un poco más. Pero en muchas de ellas sí descubro que el instinto, el subconsciente nuestro, es muchas veces más inteligente que la razón y explica cosas de nosotros que la razón no se atreve", asegura.
"Porque (quizá) no sea políticamente correcto ni con uno mismo, no se atreve a contar, sin embargo el subconsciente sí lo cuenta y entonces, pasado el tiempo, cuando se tiene la distancia suficiente, descubres que tus subconsciente explica más de ti que tu propia razón".
En una Galaxia muy Cercana
En La Música No Se Toca habita la idea de un silencio que no es tranquilo, que abarrota las cosas, los espacios, que todo lo rodea y el cantante buscas romperlo con las palabras.
También hay personajes fantásticos y paisajes que el cantante construyó basado en experiencias que surgieron de la casualidad.
"Hay silencios muy ruidosos, como hay soledades tumultuosas. Pero ésa es la magia de las palabras también. La propia palabra está rompiendo el significado, y las imágenes que propongo en las canciones... te sugiero que busques en Google 'Titán', es una de las lunas de Saturno, para que veas qué paisaje estoy proponiendo".
Un día, el cantante descubrió en internet la luna Titán y lo fascinó, pues tiene mares de metano y de etano.
"Estos gases, cuando se evaporan, crean una lluvia y como la fuerza de gravedad es muy poca, bajan las gotas enormes muy despacito, con muchos colores. Es una cosa maravillosa", explica.
Sanz, quien desde muy pequeño tenía la inquietud por la música, por explorar su mundo más interior, pide que no se confunda a éste con una idea del artista atormentado.
"De hecho afuera el ruido es mucho más grande. El ruido de fuera es mucho más ensordecedor, los tambores suenan sin compasión".
En ese mundo exterior de ventas, fans, followers de Twitter, páginas de Facebook, premios, estudios de grabación y conciertos masivos, el cantante dice sobrevivir.
"Pero éstas son herramientas que nosotros hemos creado para acercarnos o alejarnos y hacer lo que nos dé la gana.
"Pero el mundo real no va por megas. El mundo real es el que tú tocas, el que tú besas, el que tú abrazas, el que tú comes, el que tú respiras, el que tú bebes y el que tú amas. Ése es el mundo real. Lo demás son juguetes, que están muy bien también, pero son juguetes", enfatiza.
El tiempo se agota, el umbral comienza a cerrarse y cada quien debe volver a su mundo, el que compartimos todos, cada uno trabajando desde su trinchera.
Antes de cerrar la puerta, preguntamos al cantante por qué la música no se toca.
"La música no se toca porque la vida es un milagro y la música es la que nos lo recuerda", concluye
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